Llegué a casa y me dejé caer sobre la cama, completamente derrotada. Cerré los ojos apenas unos segundos, cuando sonó una notificación en el celular. Era un mensaje de Diana:
**“Nena, este fin de semana vamos a la playa. Alista tus cosas. Vamos con Mathias y Sofi 💕.”**
Por un momento dudé. Lo primero que pensé fue en decir que no. Quería quedarme sola, llorar, revolcarme en esta tristeza absurda y desgastante. Pero… ¿de verdad quería seguir encerrada en este hueco emocional mientras Fabián pasaba el fin de semana con Verónica, como si nada?
No. Esta vez no.
Me levanté, me metí a la ducha con el agua más caliente que aguanté y, mientras el vapor llenaba el baño, traté de borrar su voz, su olor, sus malditas palabras frías que me habían destruido esa mañana.
Al salir, empaqué ropa ligera, vestidos de playa, bloqueador, y un par de bikinis que no sabía si iba a usar, pero los metí igual. Apenas terminé, entró una llamada. Era Diana.
—**Vamos, nena. Sal ya, estamos afuera esperándote** —