¡Mierda!
Me duele hasta la conciencia y lo peor de todo es que no recuerdo absolutamente nada de lo que ocurrió después de que le dije sus cuantas verdades al innombrable ese.
-¡Señor, te dije que no bebería más en mi puta vida y tu me orillas a esto! Necesito unas Aspirinas a la vena y no beber más alcohol- digo tomándome la cabeza con ambas manos, pero lo peor no viene con el dolor, sino con la impresión que me hace pegar un grito al ver al maldito hijo de perra acostado boca abajo ¡A mi lado, en la misma cama!
Levanto las sábanas y me encuentro semi desnuda, con solo la lencería que me puse para el vestido y a él... sí, a él ¡desnudo!
-Puedes bajar el volumen, cariño. Necesito descansar...
-¡¿Qué haces en mi cama?!-grito como poseída por el mismísimo demonio, chillando como loca y él... él se ríe con esa sonrisa cautivadora que a cualquiera le baja las bragas, menos a mí, obviamente...
-Nuestra cama, mi muñequita, nuestra. ¿Pero qué más puedo estar haciendo? Dormir, mi muñequ