Vittoria se quedó mirando los huevos revueltos con jamón y el pan tostado que tenía en frente. Greta se había esmerado en preparar algo que a ella le gustara para desayunar, pero no habían pasado más de veinte minutos desde que prácticamente la obligaron a tomarse aquel par de píldoras. Giorgia se llevaba la taza de café a los labios sin quitarle la mirada de encima.
— ¿Te sientes bien? — le preguntó mientras mordisqueaba un panecillo — Estás pálida Vittoria.
La morena vio cuando todo lo que había en la mesa comenzó a ponerse borroso.
— ¿Qué me pasa? ¿Qué fue lo que me dieron?
— Fueron tus medicinas, amor, no deberían hacerte sentir mal — Esta vez fue Carlo.
La cabeza comenzó a darle vueltas y también todo lo que estaba a su alrededor, incluso le pareció haber visto a Giorgia con una enorme y retorcida sonrisa en el rostro, y a Carlo que se burlaba de ella. Por su puesto que estaba a consciente de que aquello no era real, seguramente le había dado algo para drogarla.
Apoyó las manos s