Capítulo 83

Ignacio acunó su rostro entre las manos y sin dejar de mirarla fue acercándose. Sus labios se unieron en un beso cargado de muchas emociones; los de él buscando perdón, redención, refugio, aceptación; los de ella reconociendo, decidiendo, probando, cediendo. Cuando Evana comenzó a responderle, Ignacio la estrecho contra su pecho.

–Dios mío Evana, tus labios son tan suaves y dulces –exclamó admirado al romper el beso lentamente.

Pegó su frente a la de ella y cerró los ojos suspirando profundamente antes de decir en tono reflexivo.

–Te pido perdón Evana, un perdón que tal vez no merezca, pero que pienso honrar cada día de mi vida.

–Fuiste muy cruel y desalmado, me humillaste de la forma más despiadada; yo te amaba y ese día solo quería decirte que estaba embarazada de gemelos.

–Esa desconsideración la he pagado créeme, Alya me convirtió en un hombre burlado desde el inicio y debí darme cuenta en la preparatoria cuando perseguía a Tiberius,
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