La señora Lucy se sobresaltó cuando George abrió bruscamente la puerta de su oficina, pero sonrió al ver la expresión de su jefe, quien corrió hasta ella, la tomó en brazos y la hizo girar.
–Qué pasa George, ¿qué tenía la caja? –preguntó curiosa y con mucha confianza luego de años trabajando para él.
–Algo maravilloso, cancela todo lo que tenga hoy, me voooyyy –dijo soltándola y avanzando hacia el ascensor con los ojos brillantes.
–¿A dónde vamos señor?
–Al hospital infantil debo ver a mi esposa ahora mismo.
El chofer asintió y, aunque un poco extrañado, ejecutó la orden ya que el rostro de George estaba realmente iluminado con una amplia sonrisa. Al arribar al hospital literalmente corrió hasta el área de pediatría donde, interrumpiendo una consulta, se abalanzó sobre su esposa e inclinándola le dio un beso digno de una escena cinematográfica ante la mirada asombrada de los presentes.
–Gracias mi amor, es la sorpresa más mar