La entrada del gemelo menor fue lenta y firme, dejando en cada paso su presencia, llegó hasta el puesto de enfermería y solicitó:
–Buenas tardes, busco a la doctora Mary Ann Perkins.
–Ahora mismo está atendiendo un paciente, tome asiento por favor y le avisaré cuando se desocupe.
George miró a su alrededor, solo observó madres y padres con niños en brazos seguramente enfermos, sabiendo que eran una fuente segura de contagio optó por un lugar apartado ya que no podía permitirse enfermar con todo lo que tenía pendiente, solo esperaba hablar, acordar y despedirse.
De hecho, ese viaje ya lo estaba retrasando bastante, sin embargo, una situación tan importante como la que lo ocupaba era imposible que se la dejara a terceros, él resolvería y aclararía ese mismo día el error cometido en Las Vegas.
–Doctora Perkins, afuera la solicita un señor –anunció la enfermera recepcionista.
–¿Es el padre de algún paciente?
–No me dijo, pero tam