Luego de obtener excelentes resultados en las reuniones que sostuvo con el alto mando en Washington, Adrián Remington Wellington descendía de un avión privado acompañado de su hermano gemelo.
Verlos juntos era todo un espectáculo visual y como esas ocasiones no eran muy frecuentes, nunca faltaba un fotógrafo atento a captar la oportunidad de capturarlos con su lente y luego ofrecer la exclusiva tanto a las revistas especializadas como a las de farándula, porque a veces los trataban como si fueran celebridades del espectáculo.
–¿A dónde los llevo? –preguntó el chofer una vez ingresaron al vehículo.
–Vamos al edificio de mi tío –respondió Adrián.
–¿Tenemos cita con el tío? –indagó George.
–Me envió un mensaje para que apenas llegara me comunicara con él.
–Es extraño, ¿qué habrá pasado?
–No tengo idea, con las comunicaciones tan restringidas mientras nos reuníamos en Washington, no me enteré de nada, ya nos pondremos