Raffaella regresó a la mesa con el rostro desencajado, de inmediato Anastasia lo notó y fulminó con la mirada a Tiberius que venía unos cuantos pasos atrás.
–¿Qué pasa mi Rafi?
–Voy a regresar, pero tú puedes quedarte.
–No, te veo mal. Sergio, la acompañaré podemos hablar más tarde, pero dile a Wellington que todos los millones que tiene no le han servido para comprar hombría y tratar a mi amiga como se merece.
Sergio quedó de una pieza, miraba a su novia y buscaba con la vista a su amigo cuyo rostro también mostraba turbulencia. Cuando Tiberius llegó a su lado ya las chicas estaban saliendo del lugar.
–¿Qué pasó amigo? Ibas a hablarle de tus sentimientos, ¿no?
–Eso hice, le pedí que termine con todo y se vaya conmigo a Nueva York.
–Pero entonces no se lo tomó muy bien porque llegó aquí colapsada, ¿sí se lo dijiste bien?
–Sergio, le dije que yo soy crudo, no soy romántico, conmigo no tendrá ese reperto