Tiberius jamás admitiría que las palabras de Ignacio calaron hondo en él, con total y absoluta obstinación negó con la cabeza y apuró el contenido del vaso que tenía en la mano.
–Remington, no eres el doctor corazón, anda a continuar con tu plan de conquista que yo debo revisar unos correos importantes.
–Puedes evadirme a mí, pero lo que sientes dentro de ti está contigo.
–Dijo el sabio experto en asuntos del amor –se burló Tiberius esbozando una sonrisa ladina.
–Yo no mencioné el amor –replicó Ignacio y Tiberius alzó una ceja poniéndose serio.
Ambos hombres caminaron en silencio hacia sus respectivas habitaciones, Tiberius ingresó a la suya y se lanzó a la cama con los brazos abiertos, soltando ruidosamente el aire que llevaba contenido.
“Carajo Raffaella, ¿qué debo hacer para impedir que te cases?”
***
Raffaella llegó al lugar del castillo que habían dispuesto para ella los padres de Mateo, a fin de que se hospedara con su abuela y Ana