Capítulo 102

Los días transcurrieron sin tregua y tanto en Nueva York como en Roma, la firma Wellington estaba reajustándose, reorganizándose y trabajando arduamente manteniendo sus altos estándares; en cada sede hubo una reunión dando a conocer los cambios que fueron recibidos con beneplácito por todos los empleados.

–Señor Wellington, vengo a despedirme y a darle las gracias por la confianza al llamarme para formar parte de la reorganización, sé que tendrá mucho éxito –manifestó Raffaella desde la puerta de la oficina de Tiberius, ya que no se había atrevido a entrar.

Él se levantó con movimientos que parecían calculados, abrochó el botón de su saco y caminó hacía ella anclando sus ojos en los suyos, cuando acortó la distancia le dijo:

–Soy yo quien debe estar agradecido Raffaella, sin tu ayuda no hubiera logrado tan excelente resultado, ¿has pensado en la posibilidad de quedarte permanentemente con nosotros?

–Sí, lo he pensado, porque conozco el trabajo y ust
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