Al otro día Evana e Ignacio se despidieron de los gemelos quienes partían hacia su colegio, mientras ellos irían directo a la oficina, ya que ella deseaba comprobar, una vez más, la integridad de los archivos que respaldaba en lo que llamó la bóveda.
Su propósito inicial era confirmarle a Raffaella que todos los manuales estaban a salvo, digitalizados y protegidos. Cumplida esa tarea y debidamente notificada la asistente, hicieron algunas gestiones más antes de dirigirse al colegio, porque sí, Ignacio asistiría al almuerzo, pero iría acompañado de Evana.
–Buenas tardes, tengo una cita con la señorita Federica Rinaldi –anunció Ignacio al estar frente al escritorio de la secretaria.
–Deme un momento por favor, la señorita Rinaldi está en una llamada, en cuanto se desocupe lo anuncio.
–Gracias, muy amable –señaló él caballerosamente y procedió a tomar asiento junto a Evana.
Pasados unos minutos Federica salió de su oficina con una gran sonrisa que se c