Pero después, como Lolita no mostró nada, ella tampoco le prestó más atención.
Sin embargo, inesperadamente, hoy Lolita volvió a sacar el tema.
Ella trató de parecer lo más natural posible:
—¿Qué tiene de malo que acompañe al señor Robin en este viaje de negocios?
Lolita soltó una risa:
—¿No que siempre estabas enferma? ¿Acaso usted tiene que viajar enfermo porque no hay nadie más en la empresa?
Irene desvió la mirada:
—Mi salud ha mejorado un poco últimamente, lamento haberle causado preocupación a la señorita Lolita.
Dicho esto, salió directamente.
Al salir del baño, finalmente pudo respirar aliviada.
Lolita salió del baño sin mostrar ninguna emoción, solo se acercó coquetamente a Robin.
—Robin, quiero sentarme contigo después.
Robin frunció el ceño.
—¿Tu asiento no está disponible?
Lolita fingió enojo:
—Solo quiero sentarme contigo, ¿es que no quieres?
Robin sonrió:
—Entonces pregúntale a nuestra señorita Irene, el asiento que quieres es el suyo.
Una vez más, Irene fue empujada al f