Mundo ficciónIniciar sesiónSalvador regresó a casa tras una larga conversación con Sebastián, en la que finalmente supo que él lo ayudaría. Apenas cruzó el umbral, un aroma familiar lo envolvió. El suave perfume de las ciruelas cocidas, mezclado con el toque especiado del cerdo al horno, flotaba en el aire.
Cristina estaba de pie junto al comedor, acomodando con esmero los últimos platos sobre el mantel blanco. La luz cálida de la lámpara colgante bañaba su figura. Al escuchar el sonido de la puerta, giró despacio.—Llegaste un poco antes de lo previsto —dijo con una sonrisa suave—. Pero siéntate, estoy segura de que disfrutarás mucho esta cena.Salvador, observó el ambiente con cierta sorpresa. Todo estaba dispuesto con una delicadeza que no recordaba haber visto desde hacía mucho tiempo. Se acercó al asiento frente a ella, sin pronunciar palabra, mientras el mayordomo colocaba un platillo en el centro de la mesa.El brillo de la salsa de ciruelas cubría el lomo perfectam






