Mundo ficciónIniciar sesión—¿Cómo te atreves? —rugió el padre de Salvador, retirando con violencia las manos de su hijo. Sus ojos, inyectados en ira, reflejaban un odio que parecía haber sido contenido durante años.
Salvador no retrocedió. Su respiración era pesada, pero su mirada permanecía firme.—¿Y seguir aguantando tus empujones? —respondió con voz tensa—. No, padre, no esta vez. Te dije que te detuvieras, y no lo hiciste.El viejo Meyer se acercó, los puños cerrados, la voz vibrando de rabia.—Eres un malagradecido. Después de todo lo que he hecho por ti, no mereces llevar mi apellido. No mereces mi sangre ni todo lo que hice por ti.—¿Por mí? —repitió Salvador con una sonrisa cargada de ironía—. ¿Qué hiciste por mí, exactamente? ¿Recordarme cada maldito día que era indigno de la familia Meyer? ¿Despreciarme solo por parecerme a mi madre? ¿Decirme que mi único logro era ser tu hijo? —dio un paso adelante, los ojos le brillaban de impotencia—. Pues vaya que hiciste muc






