Luego de desayunar, David salió de la cocina como alma que lleva el diablo a contestar su móvil. Nadie sabía de quién o de qué era la llamada, no nos preocupamos ya que antes de salir nos obsequió una sonrisa a todos y nos guiñó el ojo.
-¿Qué trama? -me preguntó Elliot.
-Ni me preguntes, cuñada -digo encogiéndome de hombros-. Lo que sé es que la sorpresa es para todos nosotros.
-¿Todos nosotros? -pregunta confuso-. ¿Por qué?
-No lo sé. Creo que pronto lo sabremos.
Salimos de la cocina y lo vimos en la sala aún al teléfono.
-Vale, ya salimos para allá.
-¿Vamos a dónde? -pregunté.
-A ver la sorpresa -dice volteándose hacia nosotros y sonriendo.
-Ya -dice Elliot-. ¿De qué trata?
-Ya os verán.
No era propio de David ocultar las cosas, o eso creía. Pero no le di mucha importancia, el pobre nos quería dar una sorpresa y no queríamos impedirle que nos las diera, sólo estábamos desesperado por saber. Sin embargo, lo seguimos afuera, Elliot y su prometida se subieron en