-Chequeemos tu brazo -dijo luego de unos segundos-. Al parecer... -quitó la venda y sonrió- todo está bien. Ya vi quién hace el esfuerzo en la cama -dice divertida.
-Sólo porque estoy herida -le contesto picara-. Pero duele un poco. Luego que me coloqué la camisa.
-Seguro moviste mal el brazo. Con una pastilla se te pasa.
-¿Tienes esperanzas? -pregunté en voz baja.
-Las tenía -respondió volviendo a colocar la venda-. Por lo menos ya puedo estar segura.
-Ninguno tuvo la culpa.
Tomé algo para el dolor y nos colocamos a ver un juego de fútbol que estaba empezando. A Dani le encantaba el soccer, a mí igual. Teníamos una que otra cosa en común. Por otras cosas discutíamos. Lo bueno es que nuestra amistad valía mucho más que un simple desacuerdo.
-Holaaa -dice Carmen entrando-. Estábamos aburridas allá abajo. Los chicos están hablan que hablan de juegos y nosotras estamos en segundo plano.
-Trajimos galletas -dice Raquel entrando-. Y chocolate.
Atrás de ellas entró mi suegra, entró mi cuñad