David se acercó a mí. Me tomó de la mano y se llevó a los labios pero no los besó. Se detuvo a medio camino y sonrió con tristeza.
-¿Ella está detrás de esto? -preguntó en mi oído.
-Así parece -le contesté cerca de su boca y me besó los labios.
Con pasión, determinación, sin importarle que a nuestro alrededor hubieran personas. Cómo si estuviéramos a solas.
-Voy por algo para el dolor de cabeza -y subió.
Lo vi perderse luego de subir las escaleras. Fue a nuestro dormitorio. No era el único que necesitaba estar solo.
-¿De quién tenemos que cuidarnos? -preguntó Carmen.
-Sofia -respondo antes de subir tras de David.
Escuché murmuraciones pero no volteé, seguí mi camino. También necesitaba descansar. Toqué antes de entrar.
-Adelante -dijo David
Lo encontré sentado en la orilla de la cama. Mirando al frente, o sea, a mí.
-¿Te duele mucho? -pregunté en voz baja-. ¿Tomaste algo?
Asintió. No quería hablar. Lo entendía. Yo tampoco. Sólo quería saber si había tomado algo para el dolor. Y me sen