Besé sus labios y le agarré la cabeza hasta que estuve preparado para dejarla ir. Soy así de posesivo después del sexo con ella. No me gusta separarme justo después, y como se encontraba encima de mí, no me tenía que preocupar de no aplastarla y podía quedarme un poquito más.
Empujé hondo otra vez y la hice gemir con lujuria contra mis labios.
-¿Quieres más? -preguntó con una voz que mezclaba satisfacción y sorpresa.
-Solo si tú quieres -dije-. Nunca te rechazaría y me gusta cuando me asaltas, pero creía que tenías la regla...
-No. Para mí es distinto por las pastillas que me tomo. No me dura apenas, un día tal vez, en todo caso..., a veces ni siquiera.. -empezó a besarme por el pecho y me dio un mordisquito en el pezón.
Dios, cómo me gustaba. Sus atenciones hicieron que volviese a ponerme a tono y que me entrara un imperioso deseo de una segunda ronda.
-Creo que me vas a matar, mujer..., de la mejor manera -pude decir, pero fue lo último que pronunciamos en un rato. Mi Medusa se habí