Una llamada a David nos desvío totalmente de la historia.
-¿Sí, bueno? -su rostro cambió-. ¿No puede esperar un par de días?... ¿Es en serio? ... Maldición, tengo planes. No puedo... Soluciona, no pienso dejar a mi familia por eso... Adiós.
Elliot lo miró serio. Supongo que siempre ha sido así cada vez que tienen planes en familia.
-¿Ahora qué? -le pregunta.
-Nada -pero al ver el enojo en los ojos de su hermano, no le quedo de otra que responder-. Un problema en el bufete. Me necesitan estos días, al menos mañana para resolver unas cosas. Federico no puede encargarse él solo de todo, tengo que ayudarlo.
-¿No puede esperar hasta otro día, David? -cada segundo se enojaba más y más.
-Elliot, no me culpes de esto ¿vale? Yo... -me miró y vi arrepentimiento en sus ojos-. Lo siento -me dice.
-¿Lo sientes? -pregunta Elliot con un poco de ironía-. Si hay a alguien que deberías de decir que lo sientes, es a la gente del bufete. Quedaste en algo con nosotros, por Dios, David, ¿alguna vez te vas