-¿Por qué? -preguntó al cabo de un rato.
-¿Por qué qué? -respondí mientras la besaba en la frente.
-¿Por qué me quieres? -su tono era bajo, pero la pregunta la escuché con claridad.
-No puedo cambiar cómo me siento o saber por qué, Raquel. Solo sé que eres mi chica y que debo hacer caso a mi corazón.
Ella todavía no podía decir lo mismo. Sabía que se preocupaba por mí, pero creo que estaba convencida de que, sobre todo, no merecía el amor. Ni darlo ni recibirlo.
-Todavía no te he contado el resto de la historia, Elliot.
Bingo.
-¿De qué tienes miedo? -inquirí mientras se tensaba entre mis brazos-. Dime qué te atemoriza, nena.
-De que pares.
-¿Parar de quererte? No. No lo haré.
.¿Y cuando lo sepas todo? Soy un completo desastre, Elliot -dijo alzando la vista, sus ojos chispeantes una vez más con colores distintos.
-Mmm -murmuré mientras besaba la punta de su nariz-. Ya sé lo suficiente y no cambia nada respecto a mis sentimientos. No puedes ser peor de lo que soy yo. Te ordeno que deja