Inicio / Romance / Segunda oportunidad / Capítulo 5: El Archivo Ensombrecido
Capítulo 5: El Archivo Ensombrecido

 

Elara sintió el peso del archivo clasificado no solo en sus manos, sino también sobre su alma. El sello de cera rojo, roto ahora, era el símbolo de una verdad que Cassian había guardado durante cinco años. El expediente detallaba el Caso Alpha con una claridad brutal, revelando fallos en el equipo y presiones administrativas que habían precedido a la crisis en el quirófano. Lo que Cassian le había entregado era una confesión silenciosa: él había tenido que elegir entre exponer una corrupción sistémica o sacrificar una carrera menor, la de ella, para salvar a su hermana de las garras de ese mismo poder.

La justificación de Cassian para su traición era casi más dolorosa que la traición misma, porque convertía su odio en una lealtad equivocada, y la convertía a ella en un daño colateral necesario.

A la mañana siguiente, el aire en el laboratorio de investigación, que ahora compartían, era denso, saturado de cafeína y de tensión no verbal. Cassian y Elara estaban inmersos en el expediente del paciente Silencioso, el hombre que era la clave viva para desentrañar el misterio del Caso Alpha. Trabajaban en mesas separadas, con la espalda del uno al otro, pero la conciencia de la presencia del otro era un campo de fuerza.

Su sincronía intelectual era perfecta, un eco de los días universitarios. Cuando Elara dudaba sobre la secuencia de aminoácidos, Cassian la corregía sin mirar, basándose únicamente en el ritmo de su tecleo. Cuando Cassian trazaba un diagrama de flujo de la condición neurológica, ella anotaba inmediatamente las referencias cruzadas pertinentes a la bibliografía más oscura, sin que él se lo pidiera.

Cassian se levantó de pronto, estirándose, y se apoyó contra el borde de la mesa de Elara. Ella no levantó la vista del microscopio.

—Los parámetros genéticos del Caso Silencioso coinciden con el 98% de los pacientes de la cohorte original —dijo él, con voz baja, puramente técnica.

—El 2% restante es el factor de riesgo que desencadenó el pico invertido en el quirófano, ¿no es así? —replicó ella, ajustando el enfoque.

—El 2% es lo que te costó cinco años de tu vida. Y lo que casi mata a mi hermana.

Elara finalmente levantó la vista, encontrándose con su mirada. Cassian no sonreía, pero la tensión en el aire había cambiado. Ya no era solo resentimiento; era una intimidad forzada que rozaba el peligro.

Notas mis defensas, ¿verdad, Elara? —Cassian se humedeció los labios, un gesto sutilmente vulnerable—. Estoy acostumbrado a que me ataquen. A ser el villano. Me protege.

Elara notó la pequeña línea de cansancio alrededor de sus ojos, la tensión en la mandíbula que no había visto la noche anterior. Era una grieta en su armadura de Jefe de Cirugía.

—Noto tu necesidad de control, Cassian. Tus defensas son solo tu manera de mantenernos a distancia —dijo Elara. Ella se resistía a ceder ante la idea de que su "traidor" también era una víctima. La verdad era su única arma, y el odio, su único escudo.

El Conflicto de Deber la asaltó. Si él era el guardián de la verdad, y no el autor intelectual, exponerlo ahora significaría perder su única oportunidad de redención. Necesitaba ese archivo y su acceso a St. Jude's para limpiar su nombre y asegurar la beca de Diana. Pero su orgullo, roto por el sobre de denuncia que él había guardado, le gritaba que él todavía merecía caer.

—No nos mantengo a distancia. Estoy manteniendo a la sombra a distancia. Entiende que si no tengo el control de esta investigación y de ti, nos aplastará a ambos —la voz de Cassian era un susurro grave, un intento de conexión que ella no se atrevió a aceptar por completo.

Un golpe en la puerta interrumpió la peligrosidad del momento. El Dr. Thorne entró sin esperar respuesta, un cirujano de edad, delgado y con el cabello plateado, que exudaba un aire de superioridad de la vieja escuela. Dr. Thorne había sido un mentor frustrado de Cassian, y ahora era su crítico más abierto.

—Vaya, vaya. Rhodes. No sabía que el Dr. Thorne y el Dr. Vance habían reanudado su... colaboración. Un movimiento audaz, Cassian, o terriblemente estúpido.

Cassian enderezó su postura, la frialdad regresando instantáneamente a sus ojos.

—Dr. Thorne. La Dra. Vance está a cargo del Proyecto Silencioso bajo mi supervisión. Es la mejor en microcirugía de tejido nervioso. Sus críticas, aunque siempre bienvenidas, están fuera de lugar.

Thorne se permitió una sonrisa condescendiente, mirando a Elara con desdén.

—Simplemente me sorprende que, después del escándalo del "Caso Cero" hace cinco años, te arriesgues a traer a la doctora de vuelta. Una de las primeras lecciones que aprendí es que la ambición sin discreción es un virus. Y parece que la Dra. Vance es portadora crónica.

Elara sintió una punzada de rabia. Thorne estaba utilizando el nombre peyorativo que la prensa había dado a la crisis del Caso Alpha.

—Mi discreción está ahora al servicio del Hospital St. Jude's, Dr. Thorne —dijo Elara, con una voz más fría y firme que la de Cassian.

Thorne se dirigió a Cassian, ignorando a Elara.

—Cassian, el rumor de tu ascenso se basa en la eliminación de rivales, no en la verdadera innovación. Usar una técnica tan agresiva como el Protocolo Delta 3 en el paciente Silencioso demuestra una falta de respeto por los métodos probados. Espero que no vuelvas a sacrificar la vida de un paciente en aras de tu... visión.

La palabra "sacrificar" resonó en la sala. Thorne no solo estaba criticando la técnica quirúrgica de Cassian; estaba aludiendo directamente al escándalo de hace cinco años.

—Mis métodos han salvado más vidas que tu protocolo conservador, Thorne —cortó Cassian, su tono cortante—. Y si tienes alguna duda sobre mi ética o la de la Dra. Vance, presenta una queja formal. Hasta entonces, este laboratorio está cerrado a visitantes.

Thorne se encogió de hombros, la victoria resonando en su sonrisa.

—Como desees, Jefe de Cirugía. Solo asegúrate de que, esta vez, la ambición no destruya a toda una división.

Al irse, el ambiente de paranoia de Elara se intensificó. Thorne no parecía ser la "sombra" de la nota anónima; era simplemente un oportunista que usaba los errores de Cassian como palanca. Pero, ¿estaba él trabajando para alguien más grande?

Cassian se dejó caer en su silla. Su fachada de acero se había desvanecido.

—Ese hombre me odia. Cree que robé su puesto.

—Cree que tu ambición no tiene límites —corrigió Elara.

Ella necesitaba despejar sus dudas. Mientras Cassian estaba distraído revisando los horarios de cirugía de urgencia, Elara abrió el archivo clasificado del Caso Alpha que él le había dado. Contenía copias de informes internos, notas a pie de página y un informe del comité de ética.

Elara pasó las páginas rápidamente, su corazón latiendo con una mezcla de anticipación y miedo. La verdad que Cassian había prometido estaba allí: la manipulación de los datos del equipo y la orden de silenciar la crisis.

Llegó al informe médico forense original, donde se detallaba la secuencia de eventos que condujo al colapso del paciente. La página 19, que describía las acciones exactas del cirujano principal en el momento de la crisis, estaba allí. Elara la analizó. Detallaba un retraso en la administración del fármaco estabilizador... un retraso que había provocado la complicación.

Pero al pasar a la página 20, que debía contener el nombre del cirujano responsable de ese retraso, Elara se detuvo.

La Página 20 no estaba. Había sido arrancada con una precisión limpia, dejando solo el borde dentado de la perforación. El informe saltaba de la secuencia de negligencia directamente al plan de encubrimiento.

Elara sintió un escalofrío helado. Cassian le había entregado el "archivo de la verdad" solo para asegurarse de que la única pieza de evidencia que lo incriminaba directamente siguiera siendo inaccesible.

Su teoría de la "lealtad equivocada" se hizo añicos. Él no era solo un guardián; era un editor. Le había dado un archivo para ganarse su confianza, pero había conservado la prueba crucial. La nota anónima había dicho: “Él no te salvó. Solo retrasó el golpe.” Y esa página faltante era la prueba del retraso, la prueba de que Cassian se había cubierto a sí mismo primero.

Elara se obligó a mantener la calma, regresando el expediente a su posición original. Cassian no debía notar su descubrimiento.

Unos minutos después, Cassian se puso de pie, tomando su chaqueta.

—Me voy a urgencias. El paciente Silencioso ha tenido un leve temblor. Necesito verlo personalmente.

Se detuvo en el umbral, su mirada volviendo a Elara. Había un fuego inconfesable en sus ojos, una desesperación que no cuadraba con la frialdad de su cargo.

—Sé que te sientes atrapada, Elara. Y sé que me odias —murmuró Cassian, su voz áspera—. Pero necesito que confíes en mí en esto. No te he traído de vuelta para destruirte, sino para redimirnos. A los dos.

Elara mantuvo el contacto visual, asintiendo con una máscara de profesionalismo absoluto. Por dentro, su corazón gritaba: "Mentiroso. Me has dado una versión censurada de la verdad."

Cassian se acercó un paso, rompiendo la regla de la distancia de nuevo. Su mano se levantó, casi rozando el hombro de Elara, antes de caer.

—No te atrevas a arruinar esto. Ni por tu orgullo, ni por tu rabia.

Y luego se fue.

El pensamiento de Cassian mientras se alejaba hacia Urgencias: No pudo haber visto la página faltante. No podía. Si sabe que la arranqué, sabrá que yo fui el que se retrasó ese minuto crucial para salvar a Diana primero. Ella me odia ahora, pero si supiera la verdad completa, me dejaría. Necesito su ayuda para encontrar a la Sombra. Necesito su talento a mi lado. Y necesito que se quede. Porque después de cinco años, ella sigue siendo la única mujer en mi mundo, y la única persona que puede entenderme sin destruirme por ello. El odio es mejor que el olvido.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP