Siento el tic-tac de un reloj que no existe. Mis dedos trazan el contorno de la llave bajo la tela de mi pantalón de sastre, una pequeña herramienta de plata que es ahora el peso de mi destino. Acabo de pasar las últimas dos horas en el laboratorio de análisis, comparando las últimas anotaciones de Diana en el Log con las muestras del paciente Silencioso. La verdad es fría, clínica, e irrefutable: la degeneración de las células cerebrales no es un efecto secundario del Protocolo Delta 3, sino el resultado de un agente externo diseñado para replicar los síntomas de un fallo genético. Un asesinato por diseño.
Thorne quiere mi cabeza y la de Cassian. Lena quiere el poder. Yo solo quiero la justicia que le debo a Diana y la vida que Cassian me debe a mí.
Entro a la sala de juntas. El aire es pesado, forrado de caoba y miedo. Cassian está sentado a la cabecera, inexpresivo, con Lena a su derecha, luciendo como la Vicepresidenta Ejecutiva que es: perfecta, platino, controladora. Thorne está