Capitulo 3

A continuación, le dio una serie de ejemplos de empresas que habían tenido que tuviern que realizar cambios similares a los que Eric estaba pensando realizar en la Empresa, reinventar sus productos para introducirlos en el mercado de alta gama y lograr asi atraer a clientes nuevos manteniendo a los que ya tenia.

—Podrías contratar a una consultoría. Te darían más ideas.

—Prefiero resolver nuestros problemas de manera interna, sabes que manejamos productos de alta calidad, no slo  la alta costura  sino joyeria, accesorios.  Lo que ocurre es que se han confiado  y se han dormido en los laureles solo tengo que lograr un enfoque positivo quelos haga despertar . 

—Seguro que se despiertan. Cuando te propones algo, siempre lo consigues.

—comentó Wellington sonriendo.

—¿Qué tal está Elizabeth? Hace tiempo que no la veo. ¿Sigue siendo tu arma secreta en las pistas de tenis y el amor de tu vida?

—Por supuesto que sí —contestó—. A ver si quedamos para jugar algún día contigo y con la chica de turno.

—Actualmente, juego solo. Tengo demasiado trabajo.

—Bueno, pues aunque no quedemos para jugar al tenis, tienes que venir a la fiesta de aniversario que vamos a dar.

—Hacecuanto que se casaron, tres años, ¿no?

—Cinco —contestó apretando las mandíbulas.

Desde luego, no parecía que estuviera muy contento con su matrimonio.

—Muy bien —dijo dándole una palmada en el hombro a su amigo y poniéndose en pie—. Dime dónde será y qué día y allí estaré. Y ya sabes que podéis venir a cualquiera hotel de mi cadela  siempre que queráis.

—Te aseguro que me encantaría y que pronto me verás por allí, pero ahoramismo estoy muy liado porque estoy poniendo en marcha una nueva empresa. Le estoy dedicando más energía que la que solía dedicarle a salir de marcha contigo cuando éramos jóvenes.

— Eh, que yo sigo saliendo y tan viejos no somos solo estamos en la primera mitad de los treinta —comentó

—Tú siempre tuviste mucho aguante, pero algún día, conocerás a una mujer con la que te apetecerá quedarte en casa.

—Eso me decís todos, pero os aseguro que no tengo ninguna intención de sacar la bandera blanca todavía.— mientras decia esto, se ponia de pie estrecho por ultima vez la mano de Wellington 

El portero le abrió la puerta y Eric entró en el vestíbulo del edificio en el que vivía. Los dos perros  de Vivian Vannin, se giraron hacia él y le gruñeron.Eric  comprendía que no estuvieran de buen humor, si mi  dueña fuera una mujer asi y los llevara todo eldia con una correa , no solo estaria de mal humor sino  que le gruñiria todo el mundo. 

—¡Batian! Eric Batian—exclamó Vivian girándose hacia él con una sonrisa encantadora. ¿O lo que podria ser una, ya que la mujer tenia mas cirugias plasticas, de las que se podia contar.

—Hola, Vivian.

—Cuánto me alegro de verlo. Hacía tiempo que no coincidíamos.

—He estado fuera por negocios, principalmente visitando la cadena de hoteles que tengo cerca del Mediterraneo.

—Ah —contestó la mujer —. Leí en la prensa que había habido unas tormentas espantosas en el Mediterráneo. Espero que no pasara nada a ninguno de los hoteles.

—Ha habido pérdidas en los olivares en Grecia, pero no hubo que lamentar desgracias humana sen ningun miembro del personal de los hoteles ni de los pueblos en los alrededores de ellos.

—Menos mal. En los países atrasados suelen ocurrir las peores cosas.

—Ni Grecia ni ninguno de los paisie en los que poseo hoteles se pueden considerar paises atrasados  —contestó Eric indignado—. Ademas de que mi personal se esta preparando para que la cadena hotelera que manejo se convierta en los mejores hoteles de referencia y los citios en los que estan ubicados en referentes de lujos como destinos turisticos.

—¡Con que pasión habla usted!

Eric dio gracias porque el ascensor estuviera llegando. Las puertas se abrieron y Vivian entró en compañía de sus perros.

Por desgracia, vivían en la misma planta pero, afortunadamente, las paredeseran gruesas. Asi que a Eric no le molestaban los perros de Vivian la verdad era que parecían adorables, pero hasta hay, no queria tener que ver con otro ser vivo ya  bastaba con el caos que era su vida personal como para tener que ocuparse de alguien mas. y

 Como era de espera su apartamento era un caos. Carrie la mujer que se ocupaba de que todo estuviera impecable  dejo el trabajao porque se caso de sorpresa en Las Vegas y decidio que queria ser ama de casa. No hacía mucho desorden en cuanto a cosas fuera de lugar pero como habai estado de viaje su apartamento no habia sido lmpiado  en este tiempo y una fina capa de polvo se podia ver  ademas del correo acumulado por odas partes. Eric abrió el primer sobre que encontró y leyó:

Estimado vecino:

Por la presente, se le invita cordialmente a la celebración que tendrá lugar con motivo de la declaración de patrimonio histórico de nuestro edificio. Aquello lo hizo reír. Era cierto que el 700 de Park Avenue era un edificio muy bonito, pero no debía de tener más de unos 150 años. 

Volvió a dejar el sobre encima de la pila de correspondencia y alzó la pierna para pasar por encima de la maleta que había dejado en la entrada la tarde anterior. Había ido directamente del aeropuerto al despacho para estar toda la noche trabajando y no había tenido tiempo de deshacer el equipaje.

Realmente era un fastidio no tener a nadie que se encargara de aquellas cosas. Fue entonces que se dio cuenta de repente de que la maleta no estaba donde la había dejado y le pareció oír voces.

Sí, estaba oyendo voces femeninas, lo que resultaba muy interesante porque la el dia  anterior no había dormido con nadie, o bueno ya hacia un buen par de meses que nadie compartia su cama el trabajo lo tenia ocupado  completamente,  avanzó encantado hacia el salón. Allí vio una melena castaña que leresultaba de lo más familiar y que pertenecía a una mujer que estaba sentada en una incómoda silla del siglo XVIII.

—Hola, Teresa.

Teresa dio un respingo.

—Oh, no le he oído llegar.Estaba entrevistando a las candidatas para el puesto de cuidadoras —le explicó señalando a una chica pelirroja que estaba sentada frente a ella.

Eric  sonrió a la desconocida y se dijo que siempre podía contar con que

Teresa se hiciera cargo de cualquier cosa. Mientras tanto Teresa se excusó un momento y corrió detrás de Eric.

—He deshecho la maleta que he encontrado en la entrada. Hhe colocado las cosas segun mi parecer asi que no se si estan en el puesto que las tenias horiginamente, te lo voy a enseñar a ver qué te parece.

Se sentía repentinamente nerviosa, como una intrusa en su espacio privado. Normalmente, no solía ir mucho por allí, pues era otra mujer quien se encargaba de cuidar y limpiar la casa. Estaba avergonzada porque todavía no le había dado tiempo de ocuparse del correo.

 —Se me ha ocurrido que el mejor lugar para entrevistar a las candidatas era aquí, para que vieran la casa que van a tener que cuidar. Ya les informe sobre las antigüedades y esas cosas. 

—Buena idea.

Teresa corrió pasillo adelante lo que le hizo preguntarse a Eric por qué estaría tan nerviosa. A lo mejor, también estaba haciendo entrevistas con la idea de encontrar una sustituta para sí misma.

—La agencia tenía tres chicas y no quería hacerlas esperar. ¿Qué tal la reunión con Wellington?

—Muy bien. Quería pedirle consejo para ver cómo hacemos que  la Empresa  se inserte en el Siglo XXI —contestó —. La verdad es que con que se convirtiera en una empresa del siglo XX me conformaría.

Su sonrisa traviesa hizo que a Teresa le diera un vuelco el corazón.

—Todo va a salir bien. Seguro que consigues darle la vuelta a la Empresa.

—Con tu ayuda —contestó —. Para empezar, vamos a viajar a Europa porque quiero dejar todo en orden en la cadena hotelera para poder dedicarle tiempo a la Empresa, .

Teresa tragó saliva. Cuando había visto los informes financieros  sabia que el trabajo que tenia que hacer Eric no era sencillo, todo un reto poder llevar a la Empresa hacia adelante. Se mordió el labio inferior, sabiendo bien que le ubiese encantado estr presente en todo el proceso como lo habia estado antes cuando Eric llevaba acabo los planes de adquisicion  y puesta en funcionamiento de los hotels que hoy conformaban la cadena Hotelera de la que estaba orgulloso.

Había reconsiderado su idea de  no dejar el trabajo, desde elmomento en el que le informo que se iba, pues Eric le pagaba muy bien y la trataba fenomenal. Además, sus padres le habían dicho que estaba loca por dejar un trabajo. Primero, como relaciones públicas de una empresa y ahora para Eric ya estaba harta de tanto glamour y tanto brillo. Lo cambiaría gustosa por la sencillez y la felicidad que compartían sus padres después de casi cuarenta años casados.Ya estaba harta de que hombres que sólo buscaban aventuras sexuales de una noche se fijaran en ella. Los hombres normales nunca le pedían salir.  Ray Patteson era lo mejor que le había pasado en mucho tiempo. Era cierto que era un abogado de renombre, pero no se lo tenia creido la llamaba cuando ocurria algun percanse y habian quedado en salir y no podia ir, lainvitaba y la trataba muy bie, hasta habia respetado los limites que ella habia trasado en la relacion que entre ambos estaba surgiendo, si bien la sugerencia de un cambio de aire  habia partido de el ya ella se sentia estancada en la vida que tenia y principalmente por sentirse atraida hacia su jefe cuando el nunca la habia mirado como ujer sino siempre habia sido su secretaria y una muy competente sin modestia alguna.

Una vez en su dormitorio, Eric  se quitó la chaqueta y comenzó a desabrocharse la camisa. Teresa se apresuró a apartar la mirada.

—He colgado los pantalones y las camisas en el armario y he puesto… la ropa interior en el cajón.

Al decir aquello, se sonrojó. Haber tocado sus calzoncillos había sido una experiencia muy íntima.

—No tenías por qué hacerlo —contestó.

Seguía desabrochándose la camisa y, cuando se la sacó del pantalón para desabrocharse los últimos botones, Teresa tuvo que hacer un gran esfuerzo para no salir corriendo. No quería que Eric supiera que ver cómo se desvestía la afectaba tanto. Probablemente, estaría acostumbrado a desvestirse delante de… el servicio.

Seguro que no significaba absolutamente nada para él. Ella no significaba absolutamente nada para él, se recordo llevaba años diciéndose que la estúpida atracción que sentía por su jefe se desvanecería algún día, cuando conociera a otro hombre y se enamorara, pero todos los hombres que había conocido en aquel tiempo palidecían comparados con él.

 Bueno excepto Ray por supuesto. Él era comprensivo, amable y considerado. Todavía  no discutian sobre los niños pero ese tema llegaria eventualmente.Quizás, cuando se hubieran instalado en una preciosa casa con árboles y jardín y…

Teresa se dirigió a la puerta.

—Las cosas de aseo las he dejado en el baño —comentó—. Me vuelvo a la entrevista —añadió con voz aguda.

En aquel momento, oyó el ruido que hacían los pantalones al deslizarse por los muslos del hombre, por muy tentada que estuviera por verlo no se daria la vuelta, asi que apresuro sus pies.

—¿Ha mandado Dior las camisetas?

—Sí, las he puesto en… —contestó, dándose cuenta de que iba a tener que volver a entrar en la habitación para indicarle el lugar.

Así lo hizo, pero tuvo mucho cuidado para no mirar al hombre, que a aquellas

alturas estaba prácticamente desnudo, por mucho que quisiera.

—Aquí, en la estantería del medio —añadió poniendo la mano sobre el montón de camisetas que Dior le había mandado a Eric para celebrar el acuerdo que habían firmado para abrir una tienda en cada uno de sus hoteles, esta situacion era ganar ... ganar para ambas partes.

A continuación, eligió una camiseta negra con un diseño geométrico y se la entregó sin mirarlo directamente. Desde donde estaba, percibía su olor. Eric olía a jabón y a sudor. ¿Cómo era posible que aquella mezcla la excitara? Era un hombre normal y corriente. Ray olía mucho mejor,siempre olía a colonia. La verdad era que odiaba la colonia que llevaba pero ya le compraría otra.

—Teresa —la llamó.

Y ella se giró, sin pensar, en el momento en el que Eric se estaba poniendo la camiseta, elevando los brazos y metiéndosela por la cabeza, lo que le permitió fijarse en sus músculos y en su torso bronceado. Al instante, sintió que le flaqueaban las rodillas y le subia la temperatura. «No pasa nada», se dijo, recordándose a sí misma que no le gustaban los tipos con demasiados músculos. Ella prefería hombres más… cerebrales.

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo