Punto de Vista en Tercera Persona
Lila permanecía en el centro de su habitación, con la mirada fija en la Gema Lunar que descansaba sobre el tocador. Alguna vez había brillado con fuerza, pero ahora su luz apenas palpitaba, débil, como si estuviera enojada.
La piel en la base de su cuello seguía enrojecida y ampollada por la quemadura de hacía apenas unos minutos.
Desde aquel intento fallido por activarla con su sangre, no se había atrevido a volver a usarla.
Tenía que funcionar, era su derecho de nacimiento.
Las brujas contaban que su magia había sido sellada dentro de esa gema desde el día en que nació, porque siendo un bebé, su cuerpo no podía contener un poder tan grande, por eso la extrajeron y la guardaron hasta que ella fuera lo suficientemente fuerte.
Según una de las brujas más cercanas a la familia, bastaba con su sangre para activarla. Pero el intento no resultó; solo pareció enfurecer a la gema lunar.
Desde el ritual que hizo en el bosque con Daisy, la piedra se había vuel