Semanas después.
  El centro de convenciones de Milán estaba repleto. Las luces del techo formaban una danza hipnótica sobre la pasarela central, mientras los asistentes —empresarios, diseñadores, periodistas y celebridades— se acomodaban en sus asientos con copas de champán en la mano. Afuera, una fila de autos de lujo decoraba la entrada, donde los flashes de las cámaras capturaban cada rostro importante que llegaba al evento más esperado del año: la presentación de la colección “Rider Soul”, diseñada por Nathan Force.
  Era una noche decisiva.
  Nathan lo sabía.
  Logan también.
  En los camerinos, el aire olía a perfume caro, cuero nuevo y nervios. Los modelos iban y venían, algunos practicando poses frente al espejo, otros revisando la caída de las chaquetas, los cierres metálicos, los guantes. Logan estaba frente a un espejo iluminado, con la chaqueta negra que Nathan había diseñado especialmente para él: ajustada, brillante, con relieves que simulaban la textura de una moto dep