Había pasado una semana en la finca de la casa de Giovanni donde pude conocer a su padre. Un señor de semblante muy amable que estaba muy amable pero que daba a entender que en sus años de juventud fue un cruel mafioso. Me encargó a las pocas criadas que hablaban mi idioma por simple conveniencia personal. Aunque recibiera un trato excepcional por parte de todos en esa residencia, mi felicidad era inexistente. Era imposible desplazarme ni dos centímetros sin encontrarme rodeado por diez personas.
Ese dia iria a conseguir el vestido de mi boda con Giovanni que seria en unos días. Él había organizado cada detalle, desde el sitio de la celebración hasta la íntima boda en la que solo participaron sus seres queridos y algunos miembros destacados de la mafia rusa, californiana e italiana, así como algunos líderes de carteles.
Estaba en la tienda de novias la cual parecía ser el sueño para cualquier mujer. No obstante, entre la hermosura y el júbilo que envuelven aquel sitio, me encontraba i