85. Punto de inflexión
La brisa fría de la colina acariciaba mi rostro mientras observaba el horizonte, donde el sol comenzaba a descender, tiñendo el cielo de un rojo intenso. Junto a mí se encontraba Miguel, quien había estado a mi lado durante todo este tiempo. No lo dejaba solo ni siquiera para respirar mientras deje a los hombres de confianza de Benjamín a su cargo. Él a diferencia de mi tenia unos hombres que se matarían antes de ponerle algún dedo. Desde la distancia se podia vislumbrar hacia el almacén de Santoro, que apenas se alcanzaba a distinguir entre la bruma de la tarde.
—¿Por qué no atacamos el laboratorio de Santoro ahora? —Miguel preguntaba de manera calmado, pero por alguna razón sentia que desde su cuerpo brotaba la impaciencia.
Volteé despacio, examinando su gesto terco y la resignación en sus ojos. La ira y la prepotencia se movían dentro de él, como una llama que poco a poco lo devoraba.
—¿Porque? —con una calma que parecía helar el ambiente— Muy fácil, primero debo acabar con la ú