Tras conducir por un buen rato hastas dirigirnos a la hermosa edificación llena de colores cerca de la costa del mar. La noche estaba impregnada de luces resplandecientes y risas sonoras de los empleados, otorgando al parque de atracciones un ambiente encantador. La apariencia de todo había cambiado por completo, como si los tonos brillantes de las atracciones se hubieran animado y me estuvieran llamando a sumergirme en un universo lleno de entretenimiento. Derek había alquilado todo el lugar solo para nosotros, y la sorpresa aún burbujeaba en mi pecho mientras girábamos alrededor de una noria iluminada que desafiaba el cielo estrellado.
—Parece que estás feliz —comentó Derek escudriñándome con detenimiento y tras unos segundos solo sonrió levemente al verme reír como una niña.
Las palabras que escuché me hicieron sonreír aún más. —¡Estoy demasiado feliz! —exclamé, contagiada por la emoción. —Siempre he querido montarme en eso. —Mostraba entusiasmo absoluto al ver la montaña rusa.