32

Oliver gruñó cuando se quitó las bragas de la cara y las escondió en su puño.

La cara se le puso roja producto de la ira y una desesperación nació desde el fondo de su barriga.

Por otro lado, Victoria no se quedó atrás. Se sentía una estúpida, atrapada en un juego cruel. Se agitó con notoriedad y el pecho le subió y bajo con apuro, mostrándola alterada, rabiosa, grotesca.

Un arrebato desconocido la invadió y se atrevió a golpearlo en la cara, una y otra vez.

A Oliver, sus golpes lo pillaron de sorpresa. Él se había quedado estancado procesando la verdad de Abigaíl. Existían tantos detalles que la envolvían que, empezaba a sospechar que todo era cierto.

Estaba tan noqueado que, los golpes poco los sintió.

—¡¿Cómo pudiste?! —Victoria le preguntó dramática y lloró con desconsuelo.

Oliver enarcó una ceja.

—Cómo pude ¿qué? —respondió confundido y se cansó de sus arrebatos, asi que la cogió fuerte por los brazos para que se tranquilizara.

Victoria sollozó con desconsuelo.

—¿Cómo pudiste
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