64. ¿CUÁNTAS VECES TENGO QUE DECIR ADIÓS?
OWEN
—¡¿Cómo que no encuentras mi móvil?! ¡¿Será posible que tenga que subir de nuevo?!
Miraba a mi abuela discutiendo acalorada con el chófer.
Ya estaba sentado en la parte trasera del Mercedes, listo para abandonar finalmente el hospital.
—…no puedo dejar solo a Owen…
—¿Quién se lo va a robar del estacionamiento? Y además, hay otro guerrero vigilando la salida.
—Vayan a buscar el móvil, yo estoy bien.
Les dije, cansado de sus alaridos.
Aunque reacio, el hombre caminó con ella hacia el elevador mientras llamaba al otro guardia para que bajara a cuidarme.
Suspiré, pensando en que ahora mi padre arreciaría la vigilancia.
¿Cómo haría para verlo?
Y lo peor de todo, aún quedaba pendiente esa conversación llena de explicaciones vergonzosas.
Repentinamente, la puerta a mi lado se abrió en medio de la oscuridad del estacionamiento subterráneo.
Estaba para defenderme, pero el aroma fresco de la albahaca me golpeó de frente, haciendo que mi lobo se levantara emocionado.
—¿Qué…? —antes de preg