126. EL GUARDIÁN DE LOS AURYELS
NARRADORA
—Owen, ¿qué crees que hará? —Alexander le preguntó, ambos vigilando las puertas.
—Lo que sea, espero que pueda ayudar a Ava. Tiene que estar bien, ella y la cachorra tienen que estar bien…
Repitió con la mirada pesada.
Alexander lo abrazó.
De la fiesta pasaron a la tensión extrema.
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Kaelor miró al cielo. La luna ya había salido.
La verdad es que esto era una locura.
Deseaba invocar el poder de su deidad y, además, tenía que pedirle permiso a la Diosa.
El ritual de los Auryel no se había atrevido a realizarlo durante todo este tiempo.
Tenía miedo… lo admitía en lo más profundo de su corazón.
Miedo de haber sido abandonado y castigado por sus errores.
«No tengo cómo pedirte perdón por haber usado mal los dones que me diste… ni por acabar con la vida de tus hijos Auryels. Pero por favor, amado Sol, concédeme una oportunidad de traerlos de vuelta. Esa niña… es el inicio de todo.»
Miró al techo abierto sobre su cabeza, sintiéndose tan arrepentido, tan apesadumbrad