Ese golpe me toma por sorpresa, pero a la vez me llena de ira y desconcierto porque según me ha dicho que le importo, pero no se nota. Sin embargo, al instante unas fuerte ganas de ponerle un alto y darle una lección llegan a mí. Tengo la manera perfecta de hacerlo.
—Perdone a ese hombre, me diste una lección me dices que te importo y todavía haces esto ahora, si sacaste boleto —declaró con ira.
—¿A qué te refieres con eso? —pregunta un poco confundida.
—En pocas palabras, no pararé hasta tener tu trasero redondo y blanco en mis rodillas hasta dejarlo rojo como un tomate —explicó haciendo una señal con mi mano y ella se sorprende más.
—¿No te atreverías? —indaga con un tono desafiante y eso es música para mis oídos porque me fascinan los retos.
—Pruébame —respondo sonriendo ladino.
Veo cómo nuestras miradas se fijan en el otro, sin decir nada más, ella sale por la puerta de la habitación a toda velocidad hasta que escucho que la puerta se cierra. Sonrío con malicia porque ya es