P.O.V. Adriano
—Ese hombre no me tocó —esas palabras resuenan en mi mente tomando toda mi atención, aunque algo dentro de mí me dice que solo me lo está diciendo para que deje de golpearlo, así que me enfurezco mucho más.
—No es cierto —protestó, volviendo a preparar el arma que tengo en mi mano, lista para golpear a este hombre.
—¡Adriano, no miento! —se vuelve a meter en mis intenciones.
Así que, estando completamente molesto, me dirijo hacia ella, aun sujetando el arma en mi mano. Me detengo a unos centímetros de ella, la fulmino con la mirada; aunque intento no perderla de vista, quiero leer en su mirada si es que me miente.
Ella, igual que yo, no aparta su vista y una mezcla de ira, resentimiento, tristeza y gentileza está en esa mirada que me hace sentir que lo que ella está diciendo es verdad.
—Suéldenla y váyanse —ordenó y mis hombres rápido llevan a cabo mi petición; se van dejándome a solas con ella. Camino por unos metros hasta quedar al lado de ese hombre—. Quiero