LÍA
El corazón me dio un brinco cuando vi el nombre en la pantalla. John Douglas. Ese hombre tenía la habilidad de helar la sangre con solo aparecer en mi radar. Contesté con un pulso tembloroso, y Dalton, apenas escuchó el timbre, ya estaba a mi lado, tenso como un resorte.
— ¿Hola? —Mi voz salió débil, aunque en el fondo era pura estrategia.
Del otro lado, la voz de John llegó suave, melosa, con ese tono que disfrazaba cortesía cuando en realidad goteaba veneno.
— Lía —. Dijo con un dejo de falsa ternura—. Perdona la hora, pero no pude resistirme. Ya sabes, los rumores vuelan, y más si es de la persona que más me interesa en este mundo.
Mi estómago se contrajo. Dalton frunció el ceño, inclinándose hacia mí como si quisiera arrancarme el teléfono de las manos. Yo lo detuve con un gesto rápido.
— ¿Rumores? —Pregunté, intentando sonar ingenua, aunque sabía que estaba pisando un terreno resbaladizo. John rió bajo, como si aquello fuera el chisme más delicioso que había probado en años.