LÍA
Los pasillos parecían más estrechos ese día. Sentía los ojos encima, los cuchicheos creciendo como la humedad antes de una tormenta. La mayoría de las veces, me daba igual lo que dijeran. Pero hoy, la energía era distinta. Hoy, cada paso que daba era como caminar sobre un campo minado de prejuicio.
Llegué a la oficina luego de que Dalton me dejara afuera del edificio. Estaba preocupada por él, pero sabía que era algo que tenía que hacer solo. Confiaba en su buen juicio y en que Amanda de verdad encontrara de nuevo el amor.
Apenas crucé la sala de juntas, para arreglar todos los detalles que Dalton necesitaba listos para dar el informe mensual, cuando el murmullo fue imposible de ignorar. Hombres y mujeres con trajes impecables, relojes carísimos y sonrisas de serpiente, bajaban la voz al verme, pero no lo suficiente como para que no escuchara.
Parecía que no tenían claro el concepto de "discresión" en su manual para llevarse bien con la gente.
— A mí que me disculpen, pero Viviann