El sonido del agua fue su única respuesta así que, sin detenerse, se quitó la camiseta y el resto de su ropa en pocos segundos, al tiempo que abría la puerta del baño, separaba las cortinas de golpe y se colaba en la ducha, encontrándose con el sobrecogido rostro de Serena, quien se cubrió como pudo con la toalla, sofocando un grito al verlo entrar desnudo.
—Daniel, cielos, ¡¿qué haces!? ¡Vete, me estoy duchando!
La chica presionó la toalla contra su cuerpo, ruborizándose, mientras repetía la última frase y el agua continuaba cayendo frescamente sobre sus hombros y su exquisito cabello,
Daniel apreció cómo su lechosa carne se humectaba con el acuoso contacto.
Sus hombros viéndose deliciosos y frescos.
Su cuello luciendo tan provocativo con esas gotas deslizándose con finura por su contorno.
Sus pechos sobresaliendo tentativamente ante sus ojos.
Sintió que la boca se le secaba y cerró la cortina, empapándose también con el agua.
—Anda, tengo mucho calor, enfríame un poco.
—¡No, Daniel,