Daniel no podía dejar aquella frase de lado, esa frase que le hacía sentir tantas cosas.
—Si… —Serena asintió avergonzada, pero muy segura de lo que decía.
Su muñeca rodeó su brazo y cuando la tuvo cerca, la soltó, sentándose sobre su propia cama y acariciándole la curva de sus pómulos con un intento de suavidad.
—Me pudre que se metan con lo que es mío. —Lo decía muy enserio.
Palmeó sus propias piernas un par de veces, invitándole a que sentara sobre ellas, pero la chica se le quedó mirando con confusión y sonrió tímida con sus rosáceos labios, sorprendiéndose cuando la tosca mano de Daniel la tomó de la cintura y en un rápido movimiento, la hizo caer sobre su regazo.
—Así se está mejor, ¿no?
Daniel trató de tranquilizarse, tal vez si estaba siendo un poco exagerado. En verdad quería creerlo y se obligaba a hacerlo, porque cada vez que los recuerdos de Ethan tocando y sonriendo cerca de Serena regresaban, su enojo aparecía.
Pero sabía que Serena no tenía culpa de eso. Ella era muy in