Serena sonrió ante la propuesta y asintió, dejando de buscar el botiquín y llevando a Daniel hacia donde sabía que se encontraba.
—Sabes… —Serena empezó a hablar mientras seguía curando las heridas de Daniel—. Tu mamá también me preguntó por mis estudios. En que año me quede de la Universidad.
Daniel alzó una ceja, curioso, eso sí era aún más extraño de parte de su mamá.
—¿A qué viene todo eso? —Daniel la tomó de la barbilla para mirarla más de cerca mientras su prima se encogía de hombros.
—No lo sé, me dijo que puedo seguir estudiando, y verá si puede inscribirme en una universidad abierta.
—Se está volviendo loca. —Daniel soltó a su prima y caminó hasta la nevera—. Se está volviendo loca y vieja.
—No digas eso, mi… que diga, tu madre quiere ayudarme.
Daniel no estaba tan seguro de lo que su mamá estaba haciendo, algo no le gustaba de todo esto o tal vez solo estaba siendo un poco paranoico. Sacó una botella de agua del refrigerador, abriéndola con facilidad para tomársela de un tra