Nada detendría sus pasos, absolutamente nada.
Giró hacia la derecha, sin prestar atención a la luvia que caía sobre su cabello y le empapaba toda la camiseta y se filtraba hasta llegar a tocar su piel. Siguió corriendo hacia adelante, observando cómo los diversos transeúntes se giraban a mirarlo con extrañeza en sus miradas y los conductores le lanzaban una serie de insultos que no le irritaban en absoluto.
—Imbécil, cruza con cuidado, ¿o quieres que te mate?
Quizá, en otras oportunidades, hubiese regresado a insultarlos y buscarles problemas, pero esta vez solo les sonrío y siguió su camino. Aceleró la velocidad de sus movimientos y aunque sus pulmones se tensaban en algunos momentos, sus pies nunca dejaban de tocar la acera.
Quería verla, quería verla ahora.
Un auto se volvió a cruzar en su camino y apenas logró esquivarlo y continuar adelante, deteniendo algunos buses con la mano, corriendo cada vez con más prisa hasta llegar a una avenida que conocía perfectamente, porque su vehíc