-El lunes en la mañana, yo aún me encontraba fatal, no sé si por la misma resaca o qué, pero era como si no hubiese digerido lo que cené ese domingo en la noche. No sé de verdad, pero fue por eso que llamé a mi padre para que me buscará en el colegio a media mañana, porque no podía más. Necesitaba acostarme, tenía muchas nauseas. »Mi padre me llevó a casa, insistió en bajar del auto para quedarse conmigo a cuidarme... Debí dejar que lo hiciera... Tal vez todo habría sido distinto... debí..., sabe, eso es lo peor, no saber si fue mejor así, si hice lo correcto... Aun no lo sé -expresó, negando con la cabeza, llevándose la mano a la cara, abatida.
-¿Lo correcto sobre qué? -preguntó Dilan Pablo, ávido.
-Sobre si decirle o no lo que vi cuando entré a casa. -Christina hizo una pausa, el doctor entendió que le costaba hablar, que iba a contarle que era eso tan nefasto que había sucedido, aunque ya él se hacía una idea-. Mi antigua casa era de dos plantas, al entrar, estaba el recibidor, des