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-Tengo frío -lloriqueó.

Él le acarició los pies, calentándoselos con las manos. -Tienes unos pies muy bonitos.

-¿Te puedo hacer compañía? -preguntó refiriéndose a acostarse en la cama, a lo que ella Asintió sin duda alguna, apartando el edredón con una sonrisa que a él le encantó ver. Santiago se sacó la camiseta, con un movimiento certero, despeinándose en el proceso. Ante aquel espectáculo inesperado, Christina lo miró sin demasiado recato, mesmerizada ante la imagen de su pecho desnudo. Después se bajó los pantalones, desvistiéndose hasta quedar vestido solo con unos calzoncillos a medio muslo, que ella opinó, le quedaban de maravilla, ya que le enmarcaban muy bien el trasero. Caminó hacia la cama, con ese porte sensual, natural en los hombres seguros de sí mismos que no son conscientes del todo del efecto que producen.

-¿Puedo encender la tele?

La petición le fue concedida. Santiago se dedicó a buscar algo que ver, cambiando los canales, hasta seleccionar el canal de historia que
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