-Hola, Sombra, ella es Christina -saludó él, con mucha tranquilidad, a un perro azabache que lo recibía ladrando-. Es el perro del vecino, a veces viene a jugar conmigo -explicó al notar cómo ella se aferraba a su brazo aterrada, el perro buscaba acercarse-. No te va a hacer nada, es manso -agregó palmeándole la cabeza al animal.
-Pues no parece, se ve muy malo.
-No, créeme, es inofensivo, igual no te dejes llevar por las apariencias, quien parece más
dulce es quien puede hacerte más daño. -La miró con expresión irónica y siguió caminando hacia la casa.
-¿Qué se supone que significa eso?
-Bueno, que a veces las personas que creemos...
-No, dime si estás hablando de mí de frente, no me salgas con estas estupideces -dijo
interrumpiéndolo, molesta.
-Sí, estoy hablando de ti -admitió abriendo la puerta, haciéndola pasar a la acogedora casa.
Dejó el bolso en la sala y pasó a la cocina, se lavó las manos y se sirvió un vaso de agua, tras beberlo le ofreció, pero ella solo negó con la cabeza