Desde que Jhosua apareció, Trina no dejaba de pensar en la vida segura y predecible que había dejado atrás, que ahora le parecía aburrida. La charla con Ivana la había dejado aún más inquieta. Los secretos de Alejandro, la Corporación Volkov, las tierras de Almodóvar... todo era parte de una trama oscura que la atrapaba más y más. Pero, su atracción por Alejandro y la pasión que él despertaba en ella era fuerte, tanto que la hacía volver a sus brazos a pesar del peligro.
Esa noche, Alejandro la invitó a cenar a su palacete. Trina fue con ganas pero también con una sensación de que no había escapatoria. Sabía que la cena sería solo el comienzo, un juego de seducción que acabaría en su habitación.La cena fue normal. Hablaron del proyecto, de problemas técnicos y de lo lindos que estaban los jardines con la luz de la luna. Alejandro era encantador, con su voz suave y sus ojos llenos de chispa. Trina se rio con él y por un rato se olvidó de lo oscuro que era.