Capítulo – Divorcio y simplicidad
La mansión estaba en silencio.
Un silencio diferente al habitual. No era paz…
Era abandono.
Margaret bajó las escaleras con su bata de satén color marfil, impecablemente planchada, aunque ya hacía días que nadie la notaba. El desayuno no estaba listo. La mucama se había ido dos semanas atrás. No soportó más los gritos, ni las órdenes, ni el desprecio.
Encendió la cafetera sola. Y mientras el aroma del café llenaba la cocina, Margaret no pudo evitar notar la ironía: todo aquello por lo que tanto había luchado, la perfección de su mundo, se estaba desmoronando.
Entonces el timbre sonó.
Un sobre de papel grueso, elegante, con su nombre estampado.
Margaret Inés Lathman de Jones.
Lo abrió sin apuro, como quien ya sabe que dentro hay una herida… pero igual se corta.
Divorcio.
Las palabras eran claras, firmes, legales.
Edward Jones solicitaba la disolución del matrimonio.
El mundo le tembló un instante. Pero no lo mostró.
Se sirvió una taza de café. La sost