Capítulo – El Latido que Me Partió el AlmaStephen no supo qué lo llevó hasta la clínica aquel día.Tal vez fue el instinto.Tal vez la esperanza.O quizás… la culpa.Una compañera del hospital lo había dicho al pasar:—Escuché que la Dra. Torres está en seguimiento médico. Está muy pálida… pobre chica.Y eso bastó para que saliera corriendo.Aparcó frente a la clínica y permaneció inmóvil en el auto.El corazón le martillaba el pecho como si ya supiera lo que estaba por descubrir.Entonces la vio.Joselín.Bajaba del coche de Mateo, acompañada por Paula y Lilian.Lucía hermosa… pero cansada.Sus pasos eran lentos, su rostro pálido.Una de sus manos reposaba, instintivamente, sobre su abdomen.Stephen sintió que el aire le faltaba.Esperó.Los siguió a distancia, con el pecho a punto de estallar, hasta la recepción.Escuchó que preguntaban por el consultorio número 3.Y fue tras ellos.No sabía qué buscaba.Solo necesitaba saber si ella estaba bien.Se detuvo junto a una máquina expen
Capítulo: A Corazón Abierto La luz blanca del hospital no alcanzaba a calmar el temblor que se le había instalado en el pecho a Fabián. No sabía cómo había llegado hasta allí, ni cómo había estacionado, ni siquiera si había traído consigo los papeles que Lilian le había pedido. Solo recordaba el llamado. Las palabras entrecortadas. El “tu hija está internada” que lo partió al medio. El miedo le había nublado la vista. El corazón se le había ido a los pies. Y ahora… estaba frente a una imagen que jamás habría imaginado. Stephen. Tirado contra la pared como un animal herido, las manos en la cara, los hombros sacudidos por un llanto que ya no se molestaba en esconder. Fabián no lo pensó. El instinto le ganó al razonamiento. —¿Qué le hiciste? ¡Yo te mato! —rugió, avanzando un paso, como si las palabras fueran puños. Stephen alzó la cabeza. Tenía los ojos inyectados, la barba crecida, la piel vencida. No era el médico brillante ni el joven encantador. No era el hombre que soña
Capítulo: Lo Que el Corazón SabeEl sol comenzaba a filtrarse entre las cortinas del hospital, dibujando una luz suave que acariciaba el rostro de Joselín. Estaba sentada, aún débil pero serena, mientras su padre le sostenía la mano como cuando era niña, como cuando tenía fiebre y él le prometía que todo iba a estar bien.—¿Estás bien, hija? —preguntó Fabián, con esa voz baja que a veces escondía más emoción de la que podía sostener.Joselín asintió, apenas.—Sí, papá. Estoy mejor.Fabián respiró profundo. Se le notaba en la mirada que algo venía. Se aclaró la garganta y se sentó al borde de la cama, sin soltarle la mano.—Bueno… ahora te voy a hablar como tu padre. Pero también como ese hombre terco que, cuando empezaste con Stephen, quiso separarlos.Joselín lo miró sorprendida. Él bajó la mirada y sonrió con tristeza.—¿Te acordás de eso?—Claro que sí, papá —respondió ella, con una sonrisa suave—. Lo peleaste más que mamá…Fabián soltó una risita entre dientes, pero se le humedeci
Capítulo: Donde Empieza la Luz Punto de vista: Joselín El cuarto estaba en penumbra, apenas iluminado por la luz tenue de la lámpara de pared. Joselín reposaba semiacostada sobre la camilla, con las piernas cubiertas por una manta liviana y las manos cruzadas sobre el vientre, como si pudiera proteger con ellas el pequeño universo que latía dentro suyo. No sabía por qué, pero no podía dormir. Quizás era el silencio. O el peso de todo lo que había escuchado de Emily. O el vacío que todavía le apretaba el pecho… ese que solo podía llenarse con una sola voz. Y entonces… esa voz llegó. Retumbando por el pasillo. No fue su corazón lo que escuchó. Fue la voz de Stephen. No gritaba. No hablaba fuerte. Pero su voz se filtraba desde el pasillo, quebrada, temblorosa. El eco de sus palabras viajaba por las paredes como un secreto que ya no quería esconderse. Y entró a su habitación como si alguien abriera las ventanas del alma. —¡Por tu culpa casi pierdo a mi hijo! Joselín se quedó h
Capítulo: Un Nuevo Latido / Un Silencio Eterno Primera Parte: Un Nuevo Latido Stephen no quería soltarla. No quería separarse ni un solo centímetro de Joselín. Después de tanto sufrimiento, ahora que la tenía entre sus brazos, era como si todo lo demás desapareciera. Ella, con la cabeza recostada en su pecho, sentía su corazón latir fuerte y seguro. Y eso era todo lo que necesitaba. Stephen le besó la frente con devoción, cerrando los ojos. —Te amo —susurró—. Te amo con toda mi alma. Perdoname, Joselín… por todas las injusticias que te hizo pasar mi madre. Te juro por Dios… —su voz tembló— que vos sos la única mujer de mi vida. Siempre lo fuiste. Siempre lo serás. Joselín le acarició la mejilla, sonriendo con ternura. —Ya está, amor… —le susurró—. Vamos a superar todo esto. Yo no quiero estar más triste. Quiero pensar en nuestro bebé. Quiero que seamos felices. Y así lo vamos a hacer. Stephen la abrazó más fuerte. No necesitaban hablar más. No necesitaban remover herida
Capítulo:El Camino de la Esperanza La vida empezaba a acomodarse. Después de tantas tormentas, los días se llenaban de una calma dulce. Mateo y Paula tuvieron que regresar a Uruguay. Entre abrazos y promesas, se despidieron de Stephen y Joselín con la certeza de que volverían pronto, tal vez para la boda que todos soñaban pero que aún no tenía fecha. No importaba cuándo. No se la perderían. —¡Nos vemos para la boda, o para cuando el baby nazca! —bromeó Paula, abrazando con fuerza a Joselín, que sonreía radiante. También Elionor y Sergio, felices con su propio bebé, mandaban mensajes de cariño cada día. La familia crecía. La vida avanzaba. Stephen se ocupaba de que Joselín no se quedara sola en ningún momento. Había aceptado turnos cortos en el hospital, pidió licencias reducidas y sus compañeros, sabiendo todo lo que había pasado, se solidarizaron sin dudar. Fabián, sin embargo, guardaba un secreto. Un problema de salud había aparecido en los últimos chequeos. Nada grave
Capítulo:Promesas Entre Padres e HijasLa tarde caía mansa sobre Alicante.El cielo, teñido de naranjas y lilas, parecía pintar un cuadro de paz.Pero en el pecho de Joselín, el silencio era un tambor inquieto.Después de volver de los análisis, no había podido quitarse de la cabeza aquella frase suelta, aquella alarma accidental que había escuchado de las enfermeras."Complicado..."Stephen había intentado distraerla, había hecho bromas, le había preparado té... pero ella lo conocía demasiado bien.Y sabía que había algo que su padre no quería decirle.Esa noche, ya en casa, mientras Lilian preparaba la cena y Stephen leía unas hojas médicas en la sala, Joselín encontró el momento.Con paso decidido, se acercó al escritorio donde Fabián estaba revisando unos papeles.—¿Papá? —preguntó, con esa voz suya que siempre había sido capaz de ablandarlo.Fabián levantó la cabeza y sonrió, pero había un cansancio raro en sus ojos.Una tristeza que no sabía esconder.—¿Qué pasa, mi niña?Josel
Pasaron los meses como si el tiempo se hubiera vuelto blando, redondo, lleno de ternura.El embarazo de Joselín fue como un remanso después de la tormenta.Hubo días de miedo, sí.Hubo noches de insomnio y alguna lágrima suelta por cosas que ya no dolían, pero que habían dejado huellas.Pero sobre todo, hubo amor.Un amor sereno, fuerte, comprometido.Stephen era su escudo, su compañero, su paz.Y Joselín era luz, alegría, valentía.Y así, cuando llegó el día, fue como debía ser:Felipe nació por parto normal, con un llanto fuerte y un cuerpo sano.Dos kilos ochocientos.Grande para ese cuerpito delicado de su madre, pero perfecto, hermoso, amado desde antes de tener nombre.Joselín fue una campeona.No gritó. No dudó.Solo empujó con el alma.Porque sabía que al otro lado de ese dolor, estaba lo más grande que jamás conocería.Stephen lloró sin vergüenza.Besó su frente mil veces.Sostuvo su mano hasta que los dos temblaban.Y cuando escuchó el primer llanto de su hijo, algo dentro d