Por Alejandro
En un momento nos quedamos a solas con Valeria, estábamos en el estudio.
Ella estaba pasando algo en limpio.
-No quiero que hables más de ese infeliz.
Le reclamo.
-Yo no hablé.
-Estabas hablando.
-Ale, no lo hice, calmate y acordate que hablamos que no sos mi dueño, soy un ser humano.
Me enoja que me lo recuerde.
La tomé del brazo, para hacerla parar y lo hice con fuerza.
Se paró y vi su cara de dolor.
Recordé que tenía esos moretones y pensé que debe tener resentido el hombro.
La miré y recién caí en la cuenta que hace días estaba usando camisas de mangas largas, ya hacía bastante calor.
Le tomé la mano y le desabroché el puño, le levanté la manga y vi que el morado de su piel estaba peor que el otro día.
Le bajé la manga y abotoné el puño.
-Perdón Vale.
La abracé, con cariño, pero sé que cuando la tengo cerca no puedo evitar besarla.
Le busqué la boca pero ella trató de alejarse.
-Te necesito.
Le dije sin pensar bien en lo que decía.
-¿Para qué?
Me preguntó desafiante.