Una extraña sensación cruzó rápidamente su mente.
Cuando se sentaron a comer, Tadeo, astutamente, aprovechó para ayudar:
—Ana, te lo digo en secreto: en realidad Gabriel me pidió que viniera esta noche. Todos estos platos los encargó él al restaurante y me pidió que los recogiera después de clase.
¿Una persona tan atenta no te conmueve?
La reacción de Ana fue inesperada para Tadeo.
Estaba demasiado tranquila.
Solo respondió:
—Ya veo.
¿¿¿Y eso era todo???
Tadeo, sin rendirse, insistió:
—Ana, ¿no tienes nada más que decir?
Ana lo miró extrañada:
—¿Decir qué?
Tadeo se dio por vencido.
Estaba comiendo arroz blanco cuando su teléfono se iluminó con una llamada entrante.
—Tadeo, ¿no vuelves a casa este fin de semana?
Era la madre de Tadeo.
Tadeo tragó lo que tenía en la boca:
—No vuelvo, estoy bien quedándome fuera.
Al otro lado del teléfono, Bianca guardó silencio por un momento y luego preguntó con cautela:
—¿Es por Lily?
Lily llevaba varios días con los Vargas.
Pero hasta ahora, los Varga