Una de las condiciones es haber hecho donaciones a organizaciones benéficas por más de un millón.
Ana quizás no cumplía ese requisito. Pero Gabriel tenía dinero y poder.
Mariana se recompuso y apuró a Isabella para que eligiera un vestido, mientras ella se apartaba para llamar a Rafael.
...
Al salir de la tienda de vestidos, Gabriel llevó a Ana a comprar joyas.
Cualquier pieza que Ana miraba dos veces, Gabriel la compraba con un gesto y ordenaba que la enviaran a casa de Ana.
—Señor Urquiza, realmente no necesito todas estas cosas —dijo Ana resignada.
Gabriel era rico y caprichoso; gastaba ese dinero sin pestañear, especialmente bajo los halagos de los vendedores que alimentaban su ego.
—Señor, es usted muy generoso con su esposa.
—Señor, estos anillos de pareja les quedarían perfectos, simbolizan estar juntos para siempre.
—Señor, mire esta pieza, es el tesoro de nuestra tienda, ¡obra maestra del diseñador! Creo que su esposa podría lucirla magníficamente.
...
—Siempre llegará el mome