Mariana sabía que Gabriel tenía un serio problema de higiene. ¿No le parecería Ana sucia o repulsiva? Mirando más allá, ¿realmente los Urquiza, con sus costumbres tan anticuadas, aprobarían este matrimonio?Mariana deseaba maliciosamente ver a Ana humillada por toda la familia Urquiza. ¿Cómo podía alguien tan inferior obtener tan fácilmente lo que ella no podía conseguir? ¡Ana no lo merecía!
—¿Gabriel se enfadaría si nos reuniéramos con Ana a solas? —preguntó.
—¿Enfadarse? ¡Que se aguante! Si arma un escándalo, le daré una vida adulta completa —respondió Gonzalo.
Era un típico marido completamente rendido a su esposa. Siempre que Guadalupe estuviera presente, todos debían hacerse a un lado. Ni siquiera sus hijos eran una excepción.
Si no hubiera sido por el embarazo inesperado de Gabriel, probablemente Fabiola habría sido su única hija.
Mariana se quedó un rato más, sosteniendo su termo. Hasta que Guadalupe la miró y preguntó por qué seguía allí, Mariana habló: —Gonzalo, Guadalupe, Ana