Evana caminaba junto a los niños delante de Ignacio quien iba apreciando la figura de su exesposa enfundada en unos jeans azules que le quedaban como un guante, su mirada iba muy acorde con los pensamientos que lo invadían en ese momento en el cual se decía mentalmente que estaba más rellena, más mujer, más firme y se moría por recorrer con sus manos ese cuerpo tentador.
De pronto ella giró y él subió la vista, pero se sonrojó, su rostro delató lo que estaba haciendo y Evana no fue capaz de disimular, por lo que sonrió con picardía y le dijo:
–¿Puedes prestarme atención a lo que voy a decirte?
–Sí, por supuesto.
–Bien, entonces dime qué quieres desayunar y busca una mesa con los niños.
–No, por favor, busquemos la mesa, los dejo ubicados y me dicen lo que desean para desayunar.
–Yo quiero panqueques –señaló George.
–Yo tostadas con huevo y tocineta, por favor –pidió Adrián.
–Me provoca panqueques tambi